Una de las libertades más hermosas es la que nos permite expresarnos en todas las formas posibles; por eso creo que escribir no debe ser el privilegio de una élite. A todas las personas nos asiste el derecho de comunicar por escrito nuestras ideas, pensamientos o emociones; y para nadie debe ser un sufrimiento sentarse ante la hoja en blanco —o la pantalla— para redactar el fruto de un trabajo de investigación o de creación. Libros como este, de Luis Miguel Espejo, ofrecen pautas importantes para aprender —y reaprender— a producir textos escritos. Pero esta obra tiene un mérito adicional, un logro pocas veces alcanzado: su autor transmite, uno a uno, saberes y consejos valiéndose de un lenguaje sencillo. Ello revela la nobleza de su labor docente, pues por encima de todas las cosas Espejo se ha propuesto que las personas ejerzan su derecho a expresarse sin ataduras ni miedos.