Coloqué su mano derecha entre la mía y con mi dedo pulgar comencé a acariciar suavemente sus nudillos, como queriendo trasmitir la melancolía de la tarde lluviosa y gris en la que estuve ahí, parado frente a ella.
—¿Así que éste es el adiós? —le pregunté con una profunda congoja.
—Es lo mejor para ambos. Estoy demasiado quebrada y no quiero arrastrarte conmigo.
—Entonces si este es el adiós —suspiré —. Destrúyeme una última vez con tu sonrisa, el caos se produce cuando en tus labios se dibuja esa perfecta curvatura.
—No hagas más difícil esto para mí, por favor —replicó soltándose de mi mano y de mi vida.
—Sonríeme solo una última vez —repetí —. Quiero guardar tu imagen con esa sonrisa en mi mente para siempre. Serás la inspiración de mis versos.
—Tú podrás escribir conmigo o sin mí, eso no lo dudo.
—No lo dudes, pero todo me saldrá mejor cuando tu recuerdo me invada los sentidos.
En ese momento, después de lo último que dije, una gran sonrisa se dibujó en su rostro. Si pudieran observar con sus propios ojos aquella
sonrisa que hasta hoy vive en mi mente entenderían porque todas mis letras le pertenecen.
—¿Y ahora qué?
—Ahora mis mejores armas serán un lápiz, un papel y mis letras. Las llevaré a todos lados porque cuando tu recuerdo ataque mi mente en el momento menos esperado, es ahí donde te convertiré en poesía.
—No sé si lo merezca —me respondió desviándome la mirada y perdiéndola entre las calles sin fin de la ciudad.
—Tú mereces todo lo de este puto mundo, pero yo te daré lo más preciado que me queda, mis escritos porque mi vida te la estás llevando hoy con tu partida.
Suspiró con profundo pesar y comentó en voz baja.
—Espero entonces algún día poder leerlas todas.
—Lo harás, créeme que sí.
—¿Y por dónde comenzarás?
—Escribiré de todo, mi pluma no conocerá límites, pero mi línea de partida siempre serás tú y mi último verso siempre morirá en ti.
—Entiendo.
—Te amé, te amo y te amaré… —iba a pronunciar su nombre, pero en ese momento me desperté de aquel raro, pero a la vez tan real sueño.
Por fin sabía cómo comenzar este poemario, por el final de todo. Por el amor que expiró, pero que hoy me motiva a convertirme en poeta.