Este es un ambicioso programa y una afirmación que expone a su autora al peligro de ser asimilada sin más a las legiones de aventureros de toda índole que siguen buscando, sin nunca hallarlo, el oro de los incas en el reino amazónico del Paititi. Una afirmación iconoclasta, para quienes el Paititi y sus avatares (El Dorado, Mojos, etc.) pertenecen al ámbito del mito, de lo imaginario y de la representación.