Contiene 64 haikus (por derecho propio, dada su sutileza imaginativa y su hondura contemplativa, aunque no respete la métrica del poema japonés) que ritualizan una ceremonia (codificación artística y, a la vez, representación mítica o simbólica que torna sagrado lo profano, trascendente lo cotidiano) y conllevan una interpretación en su doble acepción: la intelectiva o, si se quiere, cognitiva (con su proyección al comentario explicativo, a la lección formativa); y la histriónica, de actor-intérprete, cuya creatividad se basa en un texto previo, en este caso el libro por antonomasia de la sabiduría china: I Ching.
Ricardo González Vigil