ISBN 978-612-47044-3-7

Reseña

Cada día es una aventura, suelen decir aquellos que observan la vida para encontrarle una explicación, a todo, para darle un sentido. Y, al parecer, desdeñamos lo cotidiano como parte de una rutina que nos anula como seres, que vivimos, amamos, odiamos y morimos. Esas aventuras están ahí, presentes, cada vez que nos levantamos; y, muchas veces, sin darnos cuenta las pasamos al olvido cuando apagamos la luz que nos llevará al descanso de haber pasado un día más. Sueños y anhelos que capaz nunca se van a concretar. Para decirnos lo contario, para manifestarnos que tenemos mucho que contar del día a día están este libro Historias cotidianas.
Un agente operativo que se encuentra con una misión de desaparición que no desea realizar; un mesías tercermundista que nos trae la buena nueva, pero que todos consideran sospechoso; un hombre maduro, enamorado de una muchacha que no sabe si volverá a ver, en la esquina donde vende naranjas; dealers de cocaína esperanzados en una nueva vida más allá del dinero que recibirán; la terrible ejecución de unos sobrevivientes indeseables; las vicisitudes de un entrenador argentino que termina de barrista del cuadro más popular; o las desventuras de un reportero por el tedio de la noticia diaria.
“Cuando llegó su pedido no pudo evitar preguntarse: en qué momento de la vida uno deja de ser el protagonista de la misma”, se pregunta uno de los personajes y la respuesta no tardará en llegar, o quizás no. Todas estas historias son un desborde de imaginación por encontrar en la rutina la trascendencia de lo que se hace, en los sentimientos de culpa, las ilusiones, las búsquedas o las obsesiones, que confirmará lo que alguna vez dijera Jean-Paul Sartre: “Nunca se es demasiado joven para morir ni demasiado viejo para volver a nacer”.
Martín Roldán Ruiz.



Se dice que una gran diferencia entre el cuento y la novela es la contundencia. Mientras que en la novela, la historia tiene licencia para la dispersión; en el cuento, no, pues en este, cada elemento debe ser administrado de forma precisa a fin de que el relato sea directo, breve y eficaz. Sin embargo, alcanzar esa brevedad y, a la vez, contundencia, no es tarea fácil.
En Historias cotidianas, el autor ha logrado ese difícil equilibrio. Cada cuento es un internamiento en un mundo complejo, intenso de la vida humana, en donde por lo visto nada sobra ni falta. Es más, si bien en un libro de cuentos cada historia puede correr por su cuenta, en este conjunto de cuentos se percibe la existencia de vasos comunicantes que plantean una alegoría mayor. Leerlo es indispensable.
Richar Primo