Yessira Kolaróv nunca tuvo momentos de paz en su vida. Todos sus recuerdos estaban plagados de situaciones difíciles que había empezado a olvidar casi involuntariamente, como si fuese una reacción instintiva para poder seguir viviendo sin perder la razón en el intento. Sin embargo, transcurrido algún tiempo, los recuerdos volvían. Se escabullían en su mente, cual pesadillas. La atacaban a ultranza y sin compasión. Ella llegó a creer que sus evocaciones cobraban vida propia y la arrastraban de nuevo al pasado, hundiéndola en aquella vorágine que siempre, desde niña, había sido su existencia, como si la introdujeran en una máquina maldita del tiempo.