Este libro parte de la valoración de los programas de posgrado y, particularmente, los doctorados, en su rol fundamental en la producción sistemática y rigurosa de nuevos conocimientos para contribuir a los campos de estudios, a las políticas públicas y a las prácticas sociales. Además, son programas formativos en tanto gestionan procesos de enseñanza-aprendizaje para acreditar académicamente a nuevos investigadores, permitiendo así la continuidad de líneas de investigación y su visibilidad desde una comunidad legitimadora del saber especializado (Chavoya & Valencia, 2013).