Una universidad sin investigación, simplemente no es universidad. Y
un estudiante sin voluntad ni instrumentos para crear conocimiento,
tampoco es estudiante. Es verdad que la función más conocida
de la dinámica universitaria es la de transmitir y difundir conocimiento, pero
el conocimiento al no ser estático exige un compromiso con la actualización
constante de lo que sabemos.
Saber buscar información, saber sistematizar esa información, interpretar
y describir normas jurídicas, descubrir la norma aplicable para un
caso, descubrir si una norma cumple la finalidad para la que fue creada,
calibrar la efectividad de esa norma, entre otras, son algunas de las finalidades
que asume el investigador del derecho.