En "Mal de época" hay dos voces. Por un lado, la de FG, un exsoldado que ha sobrevivido una guerra -o eso recuerda- y está en medio de una misión -o eso cree-; y por otro, la de una investigadora obsesionada con una enfermedad mental del siglo XIX: el impulso inexplicable de largarse a caminar, de fugar compulsivamente hacia no importa dónde.
Con una prosa capaz de seguir el ritmo de una caminata agitada o una subjetividad disociada, Cristoff compone una novela-collage sobre lo
ilusorio de la libertad en un mundo cada vez más regulado. El cruce entre ficción y no ficción, recurrente en la autora, hace de esta lectura un ejercicio de equilibrista.