Nos han hecho creer que para ser felices tenemos que encajar en un molde. Pensamos que nuestro físico es una unidad independiente del resto de nuestro ser; que el peso se puede cambiar con restricciones calóricas, ejercicios obsesivos e inhibidores del apetito; y si todo eso no se refleja en los resultados deseados, nos volvemos autodestructivas, porque nuestro único fin es ajustarnos a las demandas de una sociedad exigente y juzgadora.