Memorias de lo prohibido está narrada bajo los cánones de la novela moderna. Empieza con el final, los protagonistas vuelven a reencontrarse después de más de diez años en que se amaron por primera vez. El entierro del abuelo Joaquín Ramos es el motivo que vuelve a juntarlos. Ella tiene 25 años, flor de la edad, y está más hermosa y sexualmente más atractiva que nunca. Después del consabido luto, Sofía y Santiago hablan de lo que fue sus vidas. Ella ha estudiado Ingeniería Química, labora en una refinería al norte del país y gana bien. Él es pintor, bohemio y donjuán, el arte no le da nada pecuniario. Luego, empiezan a recordar escenas del pasado, hasta que arriban a aquel instante en que se besaron y amaron por vez primera. Entre los primos, el vedado sentimiento amoroso, como la dormida semilla que recibe la gota vital, despierta hasta hacerse tallo y flor. Impulsados por ese recuerdo, acuden al mismo lugar y hacen lo mismo, aunque esta vez sin temor, con pasión y con más maestría sexual.