Gladys Conde ha estudiado nuestros cantos tradicionales y ha bebido de la fuente de nuestros ancestros para crear estas maravillosas canciones para el arrullo y el sueño; para crecer y sanar. En sus melodías y sus letras, vemos crecer maicitos, caer la nieve, pasear y danzar al ukucha, bailar a las estrellas. Contemplamos la armonía cósmica que reina entre los animales, las plantas, la tierra y el cielo.
Las once canciones tienen las luminosas pinturas de la artista plástica Natalya Lizárraga que acompañan al texto ampliando su sentido. El dulce quechua inunda las páginas de este libro que al final quiere regalar a los lectores y lectoras un vocabulario poético que se ilustra con pequeños poemas que son como destellos de luz y alegría.