Estamos ante una obra monumental, que, como dice el autor, va más allá de la vieja discusión sobre la conveniencia o no de la Constitución de 1993, a veinticinco años de ese lejano e irrepetible año, que es necesario e ineludible estudiar para fomentar en palabras de Karl Loeweinstein, el “sentimiento constitucional” en la comunidad, a efectos de que la Constitución deje de ser una simple hoja de papel y se convierta en una herramienta viva del derecho y de la sociedad.