En, "Ajedrez mágico" libro de cuentos para niños de Rhonal Calcina, la magia y la ternura van de la mano del personaje principal de los cuentos, un niño – Antonio–, que desde su inocencia nos abre el corazón y nos ilumina el diáfano y puro cielo, en una luminosa y honda lección de humanidad, de esplendentes imágenes, desde el niño que juega, anda y corre por los laberintos del alma entre sueños hasta aquel que sólo sabe sonreír. Sabemos que el proceso del cuento infantil en esta parte de tierra sur peruana es primigenio.
Pero este proceso, revalorado por la novísima voz de Rhonal Calcina, en la que destaca su originalidad, evidentemente que debe ser considerado; aquí el autor apertura una singular expresión y una visión sugerente de aquel mundo infantil. Se siente en cada cuento, –suman 12 en total– la suave música del sentimiento que brota de circunstancias concretas de su vivencia personal, de su entorno laboral, amical y familiar, además se puede sentir ese vuelo de la fantasía que se alza desde las cumbres de la creatividad, o desde su tierra adentro –Azángaro explícitamente – cruzando las palabras cual cometas de papel por ese mar azul del cielo, aquellas palabras hechas verso, destinadas no sólo para la inocencia y la ingenuidad.
Ajedrez mágico, nos adentrará a esa realidad prístina y esencial, sobre todo a aquellos que han perdido el norte o la deshumanización en plena era cibernética, en la cual se cambió el trompo por las maquinas, los carritos de madera por los sofisticados juguetes a control remoto, o lo más peculiar, la inocencia de jugar a los soldaditos por una máquina de Internet. El autor desea con esta entrega proliferar la voz a través de los espejos, y junto a un vehículo de plástico escapar a ese mundo donde reina la inocencia del niño, donde se pueden apreciar los paisajes, donde se miran los sueños en busca de la eternidad.
La lectura debe ser, entre los niños, juego, placer estético, ya desde los primeros años.
Walter L. Bedregal Paz