Seguramente no es Alexy el mayor culpable de lo que está pasando en medio mundo con sus principios y su ponderación. Él escribió en Alemania y pensando en Alemania, donde una ya larga cultura constitucional y algún que otro escarmiento han servido para que los tribunales estén advertidos de los peligros del judicialismo sin límite y sobre las desventuras de un constitucionalismo inconstitucional.