El Perú es un conglomerado humano apretado, amplio y pobre que ahora más que nunca, atraviesa por el momento más dramático de su historia. Al cabo de 167 años de vida republicana se ha convertido no s61o en un país corrupto sino totalmente deficitario en relación a las necesidades básicas de sus pobladores.
Ahora, a más de tres años de gobierno aprista, le hace falta de todo a la mayo¬ría de la clase trabajadora. Y, como si ello fuera poco, las instituciones, hospitales, escuelas, juzgados, cárceles, ofi¬cinas del Estado y negocios particulares sólo cumplen, externamente, con la forma¬lidad legal. Prima, en el país, la legalidad pero no la justicia. Y así, en me¬dio de la miseria y la corrupción, conti¬núa la rutina diaria cuya mayor víctima, es el pueblo trabajador.