En 1500 e. c. el Imperio inca abarcaba la mayor parte de la región andina de Sudamérica, es decir, prácticamente toda la costa y la sierra del Perú, así como amplios territorios de Ecuador, Bolivia, Chile y Argentina. El 15 de noviembre de 1532, por primera vez, los gobernantes de aquel imperio se encontraron con los europeos y un gran ejército inca se enfrentó a una tropa de 168 soldados de Francisco Pizarro en Cajamarca, en el Perú. Allí, bajo la luz inclemente de la serranía andina, la corte inca gozaba de la plenitud de sus poderes, mientras que se incrementaban los impulsos del expansionismo europeo. En pocos otros momentos de su historia, el liderazgo real inca expondría de manera tan agresiva sus pretensiones de autoridad moral y de poder político. En ningún otro periodo los observadores europeos estarían tan atentos a esa expresión cultural, o tan diligentes en volcar sus impresiones a la escritura. Arte y visión en el Imperio inca contempla el encuentro de Cajamarca desde una nueva perspectiva, aprovechando este episodio para ofrecer una nueva interpretación histórico-artística de la cultura y del poder inca.
Un día después de su llegada a Cajamarca, Pizarro y sus hombres tendieron una emboscada y masacraron al séquito real inca en la plaza central de su asentamiento. No resulta sorprendente que esta acción ocupe un lugar destacado tanto en las historias triunfales como en las revisionistas de las Américas. Se enmarca alternativamente como una etapa decisiva en la aparición de la mentalidad europea moderna, o como la incorporación sangrienta de una sociedad andina autóctona en la incipiente hegemonía global occidental. En ambos casos este encuentro marca el ingreso de los incas a la gran narrativa de Occidente; es decir, los acontecimientos de Cajamarca consignan al orden cultural inca de precontacto a un pasado irrecuperable, edénico. Desde este momento, a los herederos de los incas se les deja la tarea de negociar la infinidad de contrariedades que ofrecía la emergente modernidad global. Tal puede ser el caso, aunque dichas narrativas continúan prescindiendo de relatos alternativos de poder y de experiencia cultural en la Cajamarca incaica.