El problema de la gestión del gobierno nacional y su articulación con los gobiernos regionales en el marco de la pandemia y los desafíos que ello implica para la atención de la salud de la población, se choca con un serio problema en la informalidad, la recaudación fiscal y la falta de capacidades de los propios gobiernos subnacionales; al medir su gestión, a través de indicadores básicos como la ejecución fiscal y los resultados que les produce la crisis, es muy fácil estar tentados a concluir solamente en problemas de corrupción, y no se ensayan explicaciones alternativas o propuestas que permitan fortalecer procesos y brindar mejores servicios públicos, como por ejemplo: si el actual enfoque de competencias regionales se debe mantener o debe revisarse, incluso el proceso de descentralización del país, reservándose algunas competencias prioritarias a nivel central. Sin duda el 2020 es un año para el olvido, pero nos deja muchas lecciones para el futuro.