Pura casualidad
Es fundamental leer a Jorge Cabrera. En esta oportunidad nos presenta en la segunda edición de su novela Tres ingenieros —mediado por el yo narrador omnisciente—, tres historias paralelas, entremezcladas de un modo magistral en su debido desenlace. Esta obra policíaca, ficcional, motiva en el lector estupefacción, impotencia, fatalismo, desencaje, humanidad, como en siguiente pasaje: «Se detuvo un largo rato frente al departamento del Barrio Latino donde tuvieron su última cena y regresó, llevando su tristeza, al cuarto del hotel. Partió a Lima a la mañana siguiente». Estas palabras demuestran una experiencia vital, transcendente, quizás emanadas por lecturas de calidad literaria en el autor, quizá fundidas tras largas conversaciones con artistas —cuya influencia caló profundamente en su brillo interior— de las que, si son esenciales, la imaginación se nutre para lograr un punto quiebre, como este, a lo largo de la creación literaria.
Reitero, es sustancial leer la obra de Cabrera y saborear lentamente cada palabra, y deshilvanar este intrincado de «Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia».