El primer canto que escuché de New Port… Así inicia el extraordinario texto de Roger Santiváñez, uno de los poetas más importantes de las últimas décadas en la poesía latinoamericana.
El libro está dedicado al barrio de Puerto Nuevo del Callao, creado en 1928 mediante la invasión realizada por pescadores artesanales. Tras violentos choques con la policía y el Ejército, Puerto Nuevo logró consolidarse hasta la actualidad.
Este es el marco en el cual Santiváñez sitúa sus poemas experimentales. Así, podemos disfrutar de la ascensión mítica y caída de Vietnam Guerra, Jimmy Marchena o el negro Lalo, héroes derrotados, que se vuelven imperecederos gracias a la pluma del bardo.
Intenso recorrido del LLauca al Rímac y viceversa, a través de la grifa, los misterios y la coca para naufragar en la “pasta”, la verdadera puerta al infierno. A ese real lago del averno griego, Áornos, es decir un lugar sin pájaros. En apariencia… Pues no debemos olvidar que la pasta es una perversión de la sagrada hoja de coca. Por eso y, a pesar de ser tan dañina, no deja de ser un camino por el que solo transitan los buscadores más valientes o los más desorientados. Es así que incluso desde aquel “lugar”, la belleza de la poesía nos brinda su trino a través de los versos de Roger Santiváñez.
El libro finaliza con un homenaje a Antonin Artaud y William Burroughs, dos profetas adictos que ejercían la santidad del mal, como Genet.
Piura,
Doctorado en Poesía