ISBN 978-612-4460-29-6

Reseña

En el intento de promover una prevención victimológica, disuasivos estatutarios y métodos estratégicos, jurídicos o penales, para defender la integridad de la niñez latinoamericana, la criminología crítica del siglo XXI impera sobre una perspectiva contemporánea, en donde la comunidad científica dedica sus investigaciones a la población de menores. Es así, como la criminología infanto-juvenil adviene de la esencia ontológica del delito de perpetrar la dignidad de un menor; consecutivamente la disciplina le reconocerá como infractor (ofensor, transgresor, delincuente) juvenil. No obstante, es el menester de la disciplina encaminar al profesional de expertise conductual-social reconociendo la existencia de los elementos criminógenos y victimológicos subyacentes sin olvidarnos de los elementos propios de la rehabilitación o resocialización de cada ser humano. Una vez se suscita el elemento del dolo (es decir, del crimen) es fundamental atender a la víctima, redirigir nuestra atención hacia un enfoque terapéutico y retribucionista de acuerdo con las bases filosóficas asentadas por Kant y Hegel. Partiendo del discurso crimino-filosófico adoptado por Kant, el retribucionismo ejercerá una justicia restitutiva hacia la víctima, en donde el transgresor cumplirá con la pena correspondiente de acuerdo con el mal causado. Aunque la realidad político-social de esta era de oscuridad nos ha permitido experimentar la corrupción judicial, social y gubernamental de nuestros regímenes políticos, haciendo de la justicia un objetivo inalcanzable.
Toda esta gran labor, con el propósito de aportar ideales eficientes y eficaces que sean faros de luz en medio de estos tiempos de evolución social – que son tan difíciles de vivir – debido a las grandes crisis mundiales, cuales abren paso a la continuidad de una sociedad desorganizada y altamente agresiva.
El Dr. Osvaldo N. Tieghi nos ilustra en la materia –y cito: “…a medida que las sociedades, los estados y las repúblicas evolucionan de forma moderada e imperceptible o brusca, las personas van asimilando y/o adquiriendo mayor incompatibilidad y mayor agresividad, incluyendo los niños de la segunda infancia (desde los 7 a los 12 años)” – enfatizando que la descomposición o corrosión de las sociedades comienza por la desintegración conductual axionormativa de los seres humanos. Comúnmente, de acuerdo a la Teoría Bioecológica de Sistemas Ecológicos de Bronfenbrender, las generaciones jóvenes que se encuentran en desarrollo y en la búsqueda de su identidad social optarán por emular las conductas más atractivas y aceptadas dentro de su medio ambiente (comenzando por su núcleo familiar) para luego manifestarlas como parte de su comportamiento habitual en el exterior, en donde la normativa social aceptada es completamente diferente. Por ello, es importante reconocer la sintomatología del desarrollo del ser humano, a partir del ojo clínico o experto, para desarrollar programas de detección y prevención de agresiones o abusos sexuales en menores que sean funcionales y provean el equipo multidisciplinario especializado para la prevención, detección, intervención y función terapéutica de toda víctima menor de edad. Además, poder trascender las barreras socioculturales establecidas geográficamente e instar a una unificación multicultural con el propósito de aplicar cualquier tratamiento a cualquier víctima, sin importar donde se encuentre: España, México, Guatemala, Puerto Rico, Costa Rica, Argentina, etcétera.
A priori, recomiendo imperar en el desarrollo de una función educativa mundial, o más bien universal, reforzando los parámetros más importantes del ser humano y su desarrollo. Educar, sin importar la condición sociodemográfica del individuo, su status quo. “Un pueblo educado es un pueblo libre” – Kant así lo propuso. Restaurar y crear una política pública en donde la ley no alcanza para custodiar responsablemente a un menor, sea éste víctima u ofensor. Recordemos los componentes que inciden en el comportamiento antisocial y las conductas delictivas, entre ellos: La carencia de la educación producto de la escasez de los recursos económicos necesarios. De igual forma, reformar las leyes lenitivas que recaen bajo la injusticia y brindan libertad a quienes han quebrantado la dignidad de otro ser humano a través del abandono, la falta de protección, la agresión o coerción, intimidación, etcétera. Por ende, existirán patrones de disocialización a nivel cognitivo, inseguridad y aislamiento en el menor, agregado al peso que ejercen los procesos judiciales y la continua revictimización que vive el menor en el circuito judicial-penal.
Como bien dijo Sigmund Freud: “No puedo pensar en ninguna necesidad de la infancia tan fuerte como la necesidad de protección de un padre”. No existe reemplazo, y mucho menos excusas que justifiquen la desprotección de un ser inocente. De cierto modo, bajo dicha expresión precede la existencia de este escrito.
De esta forma, el siguiente proyecto es un compendio de obras de la comunidad científica en la búsqueda de concientizar a sus lectores sobre las probables reformas que deberían de constituirse como leyes, ordenanzas, códigos jurídicos, programas rehabilitadores, en fin: Servicios y oportunidades de ayudas para quienes no tienen voz. Con mucha humildad agradezco la oportunidad brindada para redactarles unas palabras como ante-sala de lo siguiente; y, como discípula de la Criminología exhorto a toda la comunidad a continuar luchando por un mejor futuro, dedicados a combatir los males sociales que nos rodean y, empañan la más preciada y hermosa etapa del ser humano: La niñez. Enhorabuena, mi estimado colega por este gran movimiento. Gracias a usted, y a todos los autores que en esta obra participan por ser mis maestros. Ha sido un verdadero privilegio haber coincidido con una comunidad tan comprometida.