Manuel Prendes se define a sí mismo como animal doméstico, y sin embargo su casa es en el comienzo del libro la casa de sus padres, su niñez y adolescencia, los abuelos..., mientras en las últimas
composiciones su casa son ya su esposa y sus hijas.
Es un poeta que canta el tiempo feliz sin amargura, velando con
una ironía casi tímida el recuerdo que siempre le pertenecerá.