Formamos nuestra identidad por oposición y contraste. Aprendemos nuestros valores y comportamiento de nuestros padres. Desde muy niños aprendemos quienes están dentro de nuestra familia, quienes son nuestros vecinos y quienes son completos desconocidos. En un sentido muy cierto llegamos a saber lo que somos cuando somos conscientes de aquello que no somos. Un hombre que no es una mujer, y una mujer que no es un hombre. Aprendemos por oposición y contraste. Esta misma paradoja del aprendizaje del ser humano tiene lugar en un nivel macro en relación con la iglesia. ¿Qué significa ser evangélico protestante? ¿Qué significa ser católico romano? ¿De qué manera se relaciona la Iglesia evangélica y la Iglesia católica romana? ¿Nació la Iglesia evangélica en los avivamientos del siglo XVIII? ¿En los días de los apóstoles? ¿Cómo sabemos quién es y quién no es evangélico? Todas estas preguntas son de suma importancia, y encuentran su respuesta en este volumen.