El mundo es una cáscara web porque con la tecnología hemos borrado
las distancias. A través de la comunicación digital podemos
vernos, oírnos y leernos en vivo y en directo de un extremo a otro
del planeta. Pero, también, la metáfora de la cáscara nos recuerda la
fragilidad; aquella vulnerabilidad que caracteriza no solo a la tierra
sino, por supuesto, a los seres humanos.
Hoy con la pandemia somos más conscientes de que solo unidos, a
través de la solidaridad, podremos vencer al virus mortal que nos ha
paralizado. Y la poesía, con más urgencia y más espíritu, es, de entre
las manifestaciones humanas que nos enlazan y nos sensibilizan, la
que está más íntimamente arraigada al alma. Es una voz que no se
detiene y que, en cambio, nos fortalece.