¿Qué tienen en común una líder asháninka que protege la Amazonía a golpe de voluntad y un exminero que hoy es defensor acérrimo del entorno de su comunidad? ¿Qué une a una niña que contribuye a crear cultura ambiental en la selva peruana con un yachachiq que conversa con los apus y que ha recibido, en dos ocasiones, las imprevisibles sacudidas de un rayo? Ya lo sabemos: el fuego es energía pura, es poder, es vida, y sobretodo pasión. Esa misma pasión que enciende e ilumina estos relatos. Y que nos muestra un horizonte en medio de la actual crisis climática.