Para muchos, ignorar, desde un propósito oscurantista, las últimas décadas del siglo XX en lo que se refie-re a lo acontecido en nuestra realidad nacional, es cerrar los ojos absurdamente ante una verdad históricamen-te imposible de negar y ocultar. No es bueno para la memoria colectiva de nuestro pueblo. La guerra interna que trastocó la historia, removió las endebles estructuras de la sociedad entera y movilizó no solo al pueblo peruano, hoy se abre paso inevitablemente por diferentes vertientes de la actividad cultural humana, como una verdad palmaria imposible de contener y acallar. Y es así porque la verdad es hermana de la luz y por más que se la pretenda aherrojar en las sombras, ella siempre hará oír su voz a los que la ignoran.