La muerte está más presente que nunca entre nosotros. En estos tiempos de pandemia en nuestra Amazonia y el mundo, los obituarios se multiplican en los periódicos y el fallecimiento de conocidos y personas cercanas ya no nos sorprende.
Antes, las muertes más comunes eran por accidentes mortales y enfermedades terminales eran mucho más prolongados los tiempos en que largas vidas cesaban y cedían sus pasos al descanso eterno.
El tránsito hacia el más allá trae consigo muchos sentimientos: la dificultad para irse, el dolor de la despedida; la tranquilidad del partir habiendo dado todo, la felicidad de haber luchado la vida entera por lo que se quería; la confusión y el dolor por la muerte inesperada, la sensación de injusticia por la partida de buenas personas y la sensación de justicia por la desaparición de las personas malas; son hechos y sentimientos que cruzan frente a nuestros ojos, cuestionan nuestras creencias y desgarran o regocijan nuestros corazones.
Iquitos, 1983-