La imaginación es un don precioso que Dios nos ha otorgado a todos por igual, lo que nos permite deleitar a quienes nos rodean, transmitiéndoles mensajes, experiencias, y sanas fantasías que recrearán los momentos libres de nuestro cotidiano quehacer.
En esta ocasión el autor narra experiencias propias y de su familia, vivencias compartidas en la parte sur del Perú, con la más sana identificación de servir a las futuras generaciones, de compartir las bondades y oportunidades que nos brinda la Divina Providencia, y el gran deseo nuestro de querer ser mejores y superarnos con la ayuda de nuestra voluntad, que proviene desde lo más profundo de nuestro ser.
Amigo lector, así como el agua para las plantas, el petróleo, es la energía líquida para la maquinaria, y la sílice es la energía sólida para la fundición, la lectura es la inyección de carburante intelectual, en este pequeño aporte con las líneas escritas, con mucha humildad, pretendo de los lectores tan solo su comprensión; recogiendo la fe de quienes levantados desde las cenizas, nos instan a corregir nuestros errores, para vivir una vida mejor, con entereza, dignidad e integridad.