ISBN 978-612-5031-04-4

Reseña

La investigación documental a despecho de su retrospección inherente, es más seria y rigurosa de lo que parece. Lo cierto es que se la ha subvaluado impropiamente, al identificarla erróneamente con la simple lectura analítica y comprensiva de registros impresos.

La lecturación analítica y comprensiva de un texto, el acopio asistemático de información para consolidar una revisión sumaria, NO ES UNA INVESTIGACIÓN DOCUMENTAL, como se ha sugerido impropiamente, en más de una ocasión y en más de un simposio. Dicha lecturación podrá ser un marco conceptual de referencia, una tesina, una antología o una monografía, pero no una investigación documental que soporte con la debida rigurosidad a una tesis de grado.
Cuántos títulos profesionales se han logrado con investigaciones documentales en virtud de su merecimiento e innegable aporte inclusive cuántos masterados y doctorados, ha sido relevados y cristalizados a través de una investigación documental.

La rigurosidad de la investigación documental reside en la asunción del método científico en la aprobación de hipótesis a priori, en la recolección sistemática de la información, en el procesamiento y análisis estadístico y en el arribo a conclusiones que respondan al nivel de logro de los objetivos y al grado de comprobación de la hipótesis.


El carácter de la investigación documental no radica en la documentabilidad de los instrumentos que, en mérito a la verdad, son administrables a todo tipo de unidades de estudio y utilizables en toda clase de investigación, sino en la DOCUMENTALIDAD ESENCIAL DE LAS FUENTES que instrumenta. Consecuentemente, la investigación es documental por la naturaleza documental de las unidades de estudio que utiliza, y no por la índole documental de los instrumentos que aplica, aunque parezca tautológico y redundante.

En investigación documental, se observa no solo la existencia positiva de los signos que hacen relieve a la inspección, sino también la ausencia de los mismos, ya que ambas situaciones son hasibles de interpretación, dejando entrever, como es obvio que la carencia signológica no implica supresión efectiva de la observación, porque de hecho el vacío signológico ni la ausencia del contenido significante han sido identificados también, precisamente a través de la observación.