Jewett no acepta el argumento tradicional del "pacto" para bautizar a los bebés, y este libro explica por qué cree que este argumento falla. El bautismo de infantes no es un tema que pueda ser aislado. Porque, como Jewett quiere que sus lectores entiendan, la opinión de uno sobre esta cuestión está íntimamente relacionada con la opinión de uno sobre los sacramentos en general y, por tanto, con toda la doctrina de la Iglesia y la salvación.
Por lo tanto, es comprensible que lo que parece ser una cuestión teológica menor haya tenido efectos tan divisivos en la iglesia. La crítica de Jewett comienza con una discusión sobre el origen histórico del bautismo de infantes, e introduce cuestiones como la distinción entre infantes y niños, el silencio de ciertos padres de la iglesia primitiva sobre el tema, la comunión de infantes y la instrucción catequética. La segunda y más importante parte de este libro examina la cuestión teológica, centrándose específicamente en el argumento del pacto, que sugiere que el bautismo sustituye a la circuncisión como signo del pacto y, por tanto, se da a los bebés.
Este argumento, afirma Jewett, no tiene en cuenta el carácter histórico de la revelación y contiene ciertas contradicciones. Jewett concluye con una defensa creativa del bautismo de los creyentes, que es teológicamente responsable y que reconoce las profundas verdades de la teología del pacto.