ISBN 978-9972-05-394-8

Reseña

En la Iglesia, san José ocupa un lugar privilegiado. El motivo de esto radica en que él tuvo la misión, dada por el mismo Dios, de ser el esposo purísimo de María y el padre adoptivo de Jesús. Y José cumplió a cabalidad dicha misión mostrándose siempre obediente a los altos mandatos divinos. En él, solo hubo un “sí” a Dios. San José es, pues, un modelo para todos nosotros. De ahí que debemos revalorizar su figura e imitar su fe viva, su gran amor a Jesús y María, y su esperanza total en Dios.
El Papa Francisco ha convocado un año dedicado a san José y, en este sentido, he preparado este texto para vivir con intensidad lo que nos pide el Papa. De ahí que el contenido del presente libro está conformado por un triduo y una novena en honor a san José. Además, incluye siete reflexiones a la luz del documento Patris Corde del Papa Francisco y unas meditaciones sobre cada una de las letanías a san José y concluye con un breve catecismo sobre el santo patriarca.
Espero que este libro contribuya para que tengamos más devoción a san José. Acudir a este santo varón nos ayudará a mejorar nuestra relación con Jesús y María. En otras palabras, a ser eucarísticos y marianos.
Una de las prácticas de piedad que vive el pueblo de Dios es lo que se llama el triduo en honor a un santo. Como su nombre lo indica, se trata de tres días de oración con la intensión de pedir con fe una intercesión concreta y, al mismo tiempo, meditar con profundidad en la vida del santo a quien se ofrece el triduo.
Vivamos con gozo este triduo que debe ser ocasión para que todos nosotros mejoremos nuestra devoción a san José. Al respecto, ¿qué implica mejorar esa devoción? Exige no solo invocar con confianza al padre adoptivo del Salvador, sino que además es necesario conocer su radical importancia en la historia de la salvación y, así, imitarlo.
De manera especial, estamos llamados a meditar siempre en la total disponibilidad de san José a lo que Dios le pedía. Al respecto, el Papa Francisco dice: “Al igual que san José, una vez que hemos oído la voz de Dios, debemos despertar, levantarnos y actuar”.
Vivamos, pues, este triduo con el firme propósito de imitar a san José en su relación con Dios. De esa manera, centraremos nuestra vida en Jesús, único Salvador del mundo.