El periodismo cumple un rol fundamental en cómo una sociedad convive. Busca, escribe y publica las historias que retratan parte de la realidad y, según como se presentan, le permitirá a la audiencia crear una idea de lo contado. Lo mismo sucede cuando se escribe sobre personas migrantes: cualquiera que sea su caracterización, generará eco en los imaginarios de la opinión pública y, consecuentemente, estos se reproducirán como prejuicios durante el relacionamiento con esta población. Si bien no es tarea periodística interceder socialmente por un grupo social, sí lo es reportar con ética, evitando sensacionalismo, sesgos y palabras tendenciosas. Aunque actualmente se cuente con códigos de ética tanto del Ministerio de Transporte y Comunicación como de los mismos medios de comunicación, así como normas internas de algunos medios, las nuevas dinámicas sociales ameritan la incorporación de nuevos enfoques antes no considerados.
Las personas migrantes y refugiadas son un nuevo grupo vulnerable en nuestra sociedad peruana. Su vulnerabilidad se ve acrecentada por los escasos espacios de participación, a nivel político, de defensa de sus derechos, así como de grupos de apoyo, ya que la mayoría no tiene una familia en el Perú que garantice seguridad y soporte. En ese sentido, el objetivo de la presente publicación es brindar lineamientos sobre cómo comunicar en materia de movilidad humana, desde un enfoque de los derechos humanos y en reconocimiento de la especial vulnerabilidad de este grupo.
Es preciso señalar que esta guía forma parte del proyecto «Discriminación hacia la población venezolana: el rol de los medios de comunicación y autoridades políticas en la construcción de estereotipos y creencias», posible gracias al apoyo del Programa Europeo Regional de Migración y Refugio Iniciativa Especial SI Frontera, financiado por la Unión Europea y la cooperación alemana para el desarrollo, implementada por la Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) GmbH.