Quizás escribir como necesidad del alma es precisamente escaparnos de nuestro destino. Dibujarnos nuevamente con nuestros recuerdos, pero, esta vez, nosotros controlamos el timón. Es un pequeño lujo que nos da la vida, una fisura que no planeó ningún dios. La escritura como símbolo de revancha, pues nos permite vencer los sucesos de la vida y replantearlos con nuestro propio lenguaje.
En estas páginas, Boggio abraza sus contradicciones y sus intensidades. Sus amores perdidos y su hambre de deseo. Es así como la voluntad de su poesía brota desde sus entrañas, desde la experiencia de alguien que ha aprendido a respirar bajo el agua, pero que en su escritura, quiere, aunque sea, salir a flote.
"Si bastaran las palabras" nos recuerda ese punto de partida de la poesía. Que la escritura es más bien necesidad, que se construye sin otro fin que el de crear un escape.