El desajuste entre realidad y pensamiento que necesariamente tiene que producirse, si no se corrige, acaba produciendo y reproduciendo víctimas. En Perú se constata que desde hace 200 años —salvo algunas excepciones— la filosofía, el derecho, la política, la literatura, la economía, entre otros saberes, conviven sin mancharse con la esclavitud, la desigualdad social, la pobreza, la discriminación racial, la explotación laboral, la exclusión social, la corrupción, entre otros males. Todo lo cual nos sugiere que los problemas en Perú no solamente están en la realidad, sino también en los saberes con los cuales se pretende comprender esos problemas de la realidad para solucionarlos. Ningún problema puede ser investigado a fondo sin que entre en cuestión el instrumento que sirve para llevarlo a cabo: la razón. Por lo tanto, una crítica de la razón es necesaria y pertinente cuando los saberes en los cuales se sustentan y orientan las instituciones que son las que tiene que proteger y cuidar al ser humano, ya no funcionan o funcionan mal. De lo que se trata, entonces, es de poner en cuestión esos saberes en relación con el instrumento que sirve para producirlo.