Nuestro dilema histórico ha sido autoritarismo vs. republicanismo. Mientras un gobierno republicano o democrático es esencialmente descentralista, los regímenes autoritarios resultan enemigos de toda forma de descentralización y hasta de la propia autonomía municipal. He allí el funesto péndulo que aleja, junto con la descentralización, el desarrollo legítimo de nuestros pueblos. Autoritarismo y centralismo son aliados por naturaleza y ese matrimonio perjudica el desarrollo de los pueblos del interior y del Perú como nación.