Hay una ciudad llena de tejados, un lugar donde las torres de las iglesias acarician su cielo, aquel sitio de los tunales que oran a las nubes blancas y esponjosas. Ese paraje de molles y sauces que besan sus paisajes y a sus pobladores se llama: Ayacucho (Morada del Alma). Desde esa Morada del Alma, con cuentos y poesías quiero rendir homenaje en el Año del Bicentenario de la Independencia del Perú a la “Cuna de la Libertad Americana”: Ayacucho, con un libro: “Desde la Morada del Alma”.