El ejercicio poético es también campo fértil para la rebeldía, para la irreverencia, para la destrucción misma del lenguaje. El autor que intenta destrozar las palabras va trocando el poema en poesía. En Lapo Tencia vemos este ejercicio. Guillermo Valdizán, con conocimiento de causa, y con un sarcasmo como sello personal, va, no solo desestructurando sus propios versos sino, además, profiriendo una sutil admonición contra lo divino y contra lo humano. Dios, la Virgen María, al igual que la sociedad y más precisamente el mundo laboral y sus códigos diarios, son temas de los cuales el autor se apropia para pasarlos por su agudo filtro poético. Todo esto va desarrollándose mientras Valdizán nos invita a recorrer, y a detenernos, en una Lima personal dónde los lugares visitados se vuelven sorprendentes y de un brillo nuevo, bajo un ojo agudo que logra quitarnos la venda de los ojos para demostrarnos lo vano y ridículos que pueden ser los rituales humanos.
"Con mater nal terrorismo/ elévate a lapo tencia".