La sociedad colonial cusqueña de la segunda mitad del siglo XVII se desenvolvía entre normas, pautas y valores culturalmente aceptados. En ese contexto, los roles de género asignados al interior de la familia legitimaban la subordinación y dependencia de las mujeres, es así que resultan extraordinarias las acciones legales emprendidas por mujeres en la defensa de sus derechos vulnerados en las relaciones conyugales.
Estos procesos legales, cuyo objetivo será lograr la disolución del vínculo matrimonial constituyen una verdadera transgresión al orden patriarcal tradicional, así mismo, los procesos develan las relaciones de desigualdad y subvaloración del género femenino, así como evidencian un marco jurídico eclesiástico que reforzaba las relaciones asimétricas de poder que colocaban en situación de desventaja a las mujeres.