En un bello lugar de los Andes vivía una niña con un chullo de lana, que era tan grande que le cubría toda la cabeza y espalda. La llamaban Imilla Pukisha. Su madre le encargó que visite a Awika (abuela) y le entregue una canasta con cancha, queso y cecina. A medio camino, la encuentra el astuto Atuq, quien con engaños, la distrae de su deber. El fiero Atuq aprovecha la distracción de la niña para llegar primero a casa de Awika y saciar su fiero hambre comiéndosela.