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ISBN 978-612-46996-6-5

Política macroeconómica y finanzas públicas


Autor:Ticona Carrizales, Lucio
Tito Humpiri, Juan Manuel
Contreras Vargas Abraham Meliton
Rodríguez Chokewanca, Ingrid Rossana
Ferro Gonzales, Polan Franbalt
Parillo Sosa, Enrique Gualberto
Ticona Campos, Varanny Nelyda
Ticona Condori, Madeleine Nanny
Editorial:Universidad Nacional de Juliaca
Materia:Economía
Público objetivo:Enseñanza universitaria o superior
Publicado:2022-02-22
Número de edición:1
Número de páginas:299
Tamaño:15x20.5cm.
Precio:S/46
Encuadernación:Tapa blanda o rústica
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Reseña

La estabilidad de la política macroeconómica y finanzas públicas son una condición necesaria para el desarrollo y el crecimiento económico. Sin embargo, la evidencia de las dos últimas décadas muestra que las ideas y recomendaciones de políticas en boga acerca de cómo se logra la buena administración macroeconómica y la estabilidad, han sido demasiado limitadas. De hecho, en muchos países han llevado a lo opuesto a lo que pretendían.
Los acontecimientos de la década pasada han cambiado en todo el mundo las percepciones acerca de la naturaleza de las políticas macroeconómicas deseables. La crisis financiera asiática de fines de los años noventa y el colapso en Argentina al comienzo de la década evidenciaron que estrategias fiscales aparentemente “prudentes” pueden ir asociadas a procesos macroeconómicos insostenibles capaces de generar crisis, así como la necesidad de asegurar el financiamiento para el desarrollo, han puesto de relieve la necesidad de cambiar el rumbo de las estrategias económicas. Todo ello sumado a otros factores relacionados, ha conducido a un amplio acuerdo por el cual la administración macroeconómica de las economías en desarrollo abiertas debe estar guía da por los siguientes principios:
 La política macroeconómica debe desarrollarse dentro de un marco coordinado, de tal manera que las políticas de administración fiscal, monetaria, cambiaria y de capital, sean coherentes.
 El horizonte temporal debe ser de mediano plazo, establecido dentro de un
marco sistemático que provea los contornos dentro de los cuales se organicen las estrategias macroeconómicas y de gasto público.
 Se le debe dar importancia al crecimiento económico, la estabilidad de los medios de vida, y la generación de empleo, y dichos objetivos no deberían verse desplazados por un enfoque de miras cortas centrado en la estabilidad macroeconómica y el control de la inflación.
 No solamente la tasa agregada de crecimiento económico es fundamental, sino también el patrón de ese crecimiento. De hecho, una tasa de crecimiento moderada pero sostenible que implique la generación de empleo y la reducción de la pobreza es preferible a una tasa superior de crecimiento basada en mayores desigualdades de renta y con un mayor potencial de volatilidad y crisis.
 La meta primordial para la mayoría de países debería ser la generación de empleo productivo, capaz a su vez de proporcionar “trabajo digno”. Esto requiere de algo más que una mera política macroeconómica; en particular, políticas industriales que ofrezcan incentivos a fin de promover la inversión deseada y políticas financieras que incluyan el crédito dirigido, bien pueden desempeñar un papel importante.
 La importancia del gasto público en el sustento y la expansión de la base de los recursos humanos productivos de un país a través del gasto social, debe ser reconocida. Las políticas macroeconómicas deben asegurar que el gasto público en los sectores sociales se mantenga en niveles adecuados.
 Los gobiernos de los países en desarrollo deben confiar más en los efectos positivos de una política fiscal expansiva adecuada y, en particular, en el papel crucial de la inversión pública
 Se debe hacer hincapié en el incremento de los recursos públicos de manera que no perjudique a los ciudadanos más pobres, a través, por ejemplo, de la implementación eficaz de una tributación progresiva directa, impuestos (flexibles) al comercio e impuestos a los movimientos de capital.
 La política monetaria debería acomodarse a la política fiscal, y no al revés, y ambas deberían apuntar a metas económicas reales tales como la generación de empleo, la protección y expansión de los medios de vida y la reducción de la pobreza. Esto tiene implicaciones en el grado de independencia que se debe otorgar a los bancos centrales. También significa que la meta inflacionaria en sí misma, no puede ser el objetivo central de la política monetaria.
 Los tipos de cambio deberían manejarse con flexibilidad, aún al punto de crear una banda dentro de la cual se permita operar a las fuerzas del mercado. Esto requiere cierto control de los movimientos en la cuenta de capital, de preferencia a través de una serie de instrumentos flexibles.
 Finalmente, todas las políticas macroeconómicas deben tener en cuenta las consideraciones e impactos en la equidad.

En resumen, el pragmatismo, dentro de un marco que enfatice el crecimiento, y la flexibilidad, guiada por los requerimientos específicos del contexto de cada país, debería ser el principio orientador, más allá de una visión dogmática basada en una “receta universal”.
El libro que se presenta a continuación desarrollará los puntos mencionados. No se pretende proponer una política específica dadas las diferencias existentes entre los países en desarrollo. En lugar de eso, arrojamos luz sobre algunos temas importantes para que sean considerados, y sugerimos el espacio de políticas disponibles para encararlos. En la siguiente sección comenzaremos por situar la política macroeconómica en su contexto, para luego examinar la política fiscal, la política monetaria, la administración de los ciclos económicos y la política cambiaria en las cuatro secciones siguientes.

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