En Alquimia del verbo, Jhonny Pacheco trueca el lenguaje en cuerpo para mayor goce. Su palabra se desborda hacia el mundo y es una cosa más entre las cosas. Hay una herida cósmica que es el tiempo, por lo que, en sus poemas, se percibe esa ansia de retorno hacia el lugar fugaz e inaprensible en donde fue la felicidad, donde era el placer. Pacheco sorprende con algunos procedimientos verbales que le otorgan vértigo vital a las peripecias de su voz encarnada. También, es consciente de la realidad y de la impotencia del leguaje: su reflexión poética entra en tensión y se intercala de forma natural con las imágenes verbales. Sin embargo, ¿a quién le habla la voz?, ¿a quién interpela? La escritura de Pacheco se dirige al lenguaje íntimo de cada lector para sujetarlo, desgarrarlo. Su escritura nos devuelve a la experiencia que asienta su ser en el lenguaje: el signo impregna la materia toda y, aunque este ejercicio devela su angustiante artificio, su vacío, persiste en su alquimia la escritura.
Lima 1983-