Desde sus inicios, el sistema financiero ha tenido una relación bastante alejada de la gran mayoría de las personas. Eventos como la Gran Depresión fueron un indicador de las graves consecuencias de la intervención directa de personas con poco conocimiento en el mundo financiero. Sin embargo, el acceso a una información más asequible sobre el funcionamiento del mercado financiero no se ha habilitado, pues la mayor parte de la teoría trabaja sobre conceptos e interrelaciones bastante complejos. Esto no solo ha afectado al acceso masivo hacia el sector financiero (que, desarrollado de manera óptima, permitiría su fortalecimiento), sino también a los estudiantes neófitos, quienes no cuentan con herramientas teóricas útiles para su crecimiento académico.
Aun cuando los gobiernos tienen como objetivo financiero la bancarización masiva de su población, los proyectos temporales informativos no se sustentan en organismos con un lenguaje claro y para todo el público. La ausencia de documentos bien desarrollados y con una redacción accesible aumenta la incertidumbre, lo que trae como consecuencia el débil estado del sistema financiero de países como Perú frente a economías mejor desarrolladas. En ese sentido, el acceso pragmático a la banca y sus servicios, por parte del usuario común o de profesionales, solo es posible mediante una comunicación acertada sobre las características que direccionan su estructura.