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ISBN 978-612-46651-4-1

El Señorío de los Incas Yupanquis
reyes del antiguo Perú


Autor:Cieza De León, Pedro
Editorial:Rumi Ediciones E.I.R.L
Materia:Crónicas y temas especiales
Público objetivo:General
Publicado:2022-06-11
Número de edición:1
Número de páginas:169
Tamaño:14.8x21cm.
Precio:S/25
Encuadernación:Tapa blanda o rústica
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Reseña

La Crónica del Perú, escrita por Pedro Cieza de León, nacido en 1520 en Llerena, Badajoz, España, publicada en 1553 en Sevilla (Espa- ña), es una obra concebida en cuatro partes, magnífica por la informa- ción contenida, el enfoque y la postura ética y cultural, no eurocéntrica, no hispanocéntrica, más bien empática, hermenéutica, lascasista, si se quiere, respecto de los incas. Este proyecto se adelanta en varias dé- cadas a obras de esta naturaleza, tan largas y detalladas, y sobre todo inteligentemente ideadas sobre materiales inéditos para la historia de la cultura del mundo americano colonial como la conocían aquellos hom- bres de inicios del siglo XVI, siglo que es la puerta a la primera moder- nidad occidental y el origen de una globalización definitiva que cambió por completo la percepción del mundo conocido. La tradición española de la crónica histórica proviene del siglo XV y es el espacio intelectual, letrado y cultural en el que nuestro autor hunde sus concepciones y con- vicciones de hombre de época. Es interesante inscribir este trabajo en la corriente de una historia general de España que intelectuales y oficiales de la Corte es esmeraban por escribir y narrar. La historiografía indiana es parte de ese proyecto de la memoria española.
Como sabemos, la Primera Parte fue lo único publicado de varios cientos de páginas escritas en su corta vida pues falleció en 1534, ape- nas cumpliendo 34 años de vida. Todo el resto del material tendría va- rios siglos hasta que desde 1880 empezara el proceso de publicación de su obra completa. En el Perú la PUCP publica las Cuatro Partes recién en la década de 1980 (Crónica del Perú: Primera parte, 1984, Segun- da parte, 1985). Sabemos que la historia escrita a veces se ve de morada por los estragos humanos, pero al final la historia sale a la luz pública.
Estamos ante un hombre y su obra que sin duda representan un notable desarrollo del pensamiento histórico de su época. Ahora bien: tampoco podemos caer en el romanticismo característico que inspiran este tipo de obras, según el cual hay una superación del dogma cató- lico cristiano, cosa que no ocurre ciertamente, ya que Pedro Cieza de León no estaba preparado totalmente para escribir etnológica o antro- pológicamente en el sentido émicamente adecuado sobre otra cultura distinta a la suya propia. No fue ni un Garcilaso o Sahuaraura, ni un Malinowski o Murra. Había un obstáculo en la perspectiva histórica y en la sensibilidad filosófica que impedía una mayor compresión del pueblo andino: la religión católica, los intereses del Papado romano y Pedro Cieza de León

la ideología expansionista del Imperio español. Pero aún así asombra su capacidad hermenéutica, ciertamente. Su crónica es con toda proba- bilidad la mejor que dio su época. Asimismo, en su propia mentalidad había elementos que pese a su gran curiosidad y capacidad sociológica impedían mayor fluidez en su gran obra, tales conceptos son el demo- nio, la superstición, la idolatría y el pecado. Todo esto nos obliga a dar dos vueltas copernicanas para comprender mejor estos materiales his- tóricos, propios de los años de la conquista del continente americano.
El Señorío de los Incas Yupanquis, Reyes Antiguos del Perú, que Rumi Ediciones ha tenido a bien editar este año (2022), Se- gunda parte de la Crónica del Perú, es una narración que trata tres temas fundamentales: la religión bajo el Tawantinsuyu, la sucesión de los Reyes Incaicos y las dificultades para entender esta relación ex- traordinaria por la violencia y la fusión biocultural resultante de dos sociedades diferentes que en el contexto de una multietnicidad radical crearon una nueva sociedad hegemonizada por la política colonialista del Imperio español, la principal potencia europea concentrada en la explotación del Nuevo Mundo.
La religión bajo el Tawantinsuyu. En este plano el Príncipe de los Cronistas tuvo intuiciones, comprensiones y elaboraciones mentales muy apegadas a los testimonios que escuchó y que pudo seleccionar para dotar su crónica de informaciones valiosos y con sentido de la verdad, como se practicaba por aquellos años, basada y sustentada en el «Yo Oí, Yo vi, Yo estuve». Pedro Cieza de León vivió en la gran ciu- dad del Cuzco entre 1548 y 1550. Pudo observar, descubrir, escuchar, charlar, imaginar, todo lo que previamente había visto y oído desde que llegó al Nuevo Mundo. Con seguridad su experiencia de vivir en un espacio urbano que ya cambiaba invariablemente, le permitió examinar la arquitectura, la forma de vestir y comer, entender la legua quechua, conocer al pueblo y sus celebraciones rituales, sus gestos y conductas, el paisaje, el clima, y los monumentos de todo tipo llamados Huacas, y lo que significaban; en fin, visualizar con mejor perspectiva la historia como él deseaba contarla. Más allá de Dios y la Iglesia, había otros pue- blos que tenían otras convicciones, otras elucubraciones metafísicas, pero estas expresiones fueron reducidas al error en el sentido negativo de la demonología. En esta doxa de refutación constante existían ma- tices asombrosos y ángulos especiales que dejaban entrar rayos de luz sagrada en un espíritu mucho más amplio que el del común. Así, Wi- raqocha, Pachacámac, Inti y Pachamama fueron comentados por Pedro Cieza de León con mayor apertura teológica. Imposible es, por cierto, que estas deidades estuviesen a la altura del Dios católico; a lo sumo Pachacámac podría analogarse por su naturaleza de dios desconocido con el Sumo Arquitecto. Nuestro cronista es sujeto de época y es así como debemos ponderar su obra.
La sucesión de los Reyes Incaicos. Esta es posiblemente la primera vez que un español intentó a partir de una comprensión lin- güística, o sea desde el quechua, ordenar la lista de los Reyes Incas que gobernaron el Tawantinsuyu. Para establecer una verdad oficial Cieza de León se apoyó en las informaciones de muchos testigos y particular- mente en Cayo Topa, un sabio amauta del Cuzco. Así pues, Reyes Incas como Manco Cápac, Inca Yupanqui (el Pachacútec que transformó al Cuzco en una gran potencia) y Huayna Cápac, por citar sólo tres mo- mentos históricos, son muy bien presentados en sus épicas políticas y militares, y también en la sabiduría de conducir gobiernos orientados a la producción agropecuaria, la contemplación religiosa, el saber y el conocimiento, la ingeniería civil y la arquitectura sagrada. Lo propio respecto de su vocación expansionista y su capacidad de exploración por tierra y por mar para acrecentar el territorio: avanzando hacia la selva amazónica, hacia el norte en los actuales Ecuador y Colombia, y hacia el sur de Chile y Argentina. No se eximen las crisis, las traiciones, así como las insurrecciones y guerras por el territorio, las sangrientas o las vengativas derrotas o victorias, así como la defensa de la libertad y cultura étnica local. Los Reyes del Cuzco fueron tan notables, nobles y sagrados como los reyes de la Europa medieval-renacentista, como soberanos taumaturgos o feudales, o los sacro emperadores, herederos de la Roma clásica y cristiana.
Las dificultades para el entendimiento de dos sociedades diferentes tuvieron que ser grandes en el momento ya que en la década de 1540 casi nadie hablaba muy fluidamente el quechua. Con todo, las necesida- des comunicativas eran imperiosas para ambos grupos sociales, o para simplificarlo mejor: el quechua general, o lengua de los incas, tenía que usarse obligadamente en un país con una población enorme. El quechua por demás combinaba bien con el recién llegado lenguaje castellano. Hubo comprensión mutua. Y esta comprensión aumentó mucho más en las siguientes décadas del siglo XVI, especialmente cuando los Conci- lios Limenses aceptaron su uso y se aplicaron a normalizarlo. En este precario y pionero esquema inter-comunicativo, Pedro Cieza de León logró acercarse al pueblo inca, escucharle, inquirirle, analizar, y ponderar sus verdades en un esquema histórico y cultural que le permitió correctas interpretaciones del gran misterio que fue para los españoles el hecho de que un pueblo indio haya tenido una civilización que in- cluso aventajaba en varios aspectos a la España quinientista. Cieza de León tuvo el talento, como pocos españoles lo tuvieron, para realizar una hermenéutica en muchos planos acertada, considerando sus doxas de pensamiento medieval y renacentista.
Es importante tener a disposición esta obra para comprender mejor la historiografía colonial, la cultura de la conquista o del choque de civilizaciones, por su especial configuración antropológica y por la mi- rada extraordinaria de Pedro Cieza de León entre varios escritores es- pañoles como Juan de Betanzos, quechuista y oficial colonial, miembro de la familia inca, quien escribía por esos mismos años, Juan Polo de Ondegardo licenciado y corregidor del Cuzco, quien comenzó a escribir desde fines de la década de 1550, Cristóbal de Molina, sacerdote y es- critor, fundador del Hospital de Naturales del Cuzco, quien redacta sus obras, una de ellas perdida, a fines de la década de 1560 o a comienzos de 1570, o Pedro Sarmiento de Gamboa, navegante, asesor de Toledo el virrey y controvertido astrólogo, que escribió desde al menos 1570, entre muchos otros.
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El Señorío de los Incas Yupanquis, Reyes Antiguos del Perú (Rumi Ediciones, 2022) es imprescindible para iniciar nuestro conocimiento sobre el Perú en el lucharon y combatieron el Imperio español y el Tawantinsuyu. La presente edición ha sido debidamente cotejada con la de Marcos Jiménez de la Espada (Madrid, 1880), Carlos Araníbar (IEP, 1967) y Francesca Cantú (PUCP, 1996), y, asimismo, ha sido actualizada y modernizada para beneficio y facilidad del lector de hoy.
Prof. Dr. Alejandro Herrera Villagra Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco Cusco, mayo de 2022

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