El cuento trata de un pingüinito llamado Saúl, quien vendía helados, pero como en el vecindario hacia frio, nadie le compraba. Decidió irse a un lugar caluroso donde todos quieran refrescarse. Alistó su carrito heladero y partió para la Amazonía, con un gran cargamento de helados. Los animales de la selva amazónica, liderados por el otorongo y el caimán, tomaron prisionero a Saúl. Para evitar que comieran sus helados, Saul le puso pimienta, sal y ají a sus helados. El profesor del pueblo les dijo que no era bueno privar de su libertad al pingüino. Saúl continuó su viaje llevando sus ricos helados a otros rincones del mundo.