Rubén Quiroz se mueve con soltura entre la poesía y la filosofía escoge la forma intermedia, el ensayo, y, concretamente, el ensayo periodístico, para emitir opinión y tratar de influir en el pensamiento y en el comportamiento de la ciudadanía. La forma ensayo le permite opinar y cultivar el
lenguaje al mismo tiempo, lo que no suele ser frecuente en el periodismo.
Desgraciadamente, el descuido del lenguaje es cada día
más frecuente en el periodismo escrito y hasta escandalosamente
cultivado en el periodismo hablado. A la emisión de opiniones no
le va mucho mejor. El buen «opinador tradicional», a quien se le
reconocía esa condición luego de una importante acumulación
de sabiduría y experiencia, está siendo sustituido por el «opinador
profesional», frecuentemente un «politólogo», de mucha carpeta
universitaria, mucha computadora e infinidad de «data» (otro término
incorrecto), y poco criterio y menos sindéresis.