Te dirán una y otra vez que no importan las excepciones, sino las reglas. Es mentira. Nuestra historia es una historia de excepciones. Somos el resultado del capricho de unos pocos, de eventos fortuitos, de aquello que los oráculos fallaron en predecir. No hay nada que aprender del pasado porque el pasado no nos ofrece moralejas, sino bromas de mal gusto. Así que no te tomes nada de esto demasiado en serio. La música es solo un contrapunto del silencio, como la historia lo es del olvido. Y eso es justamente lo que puedes esperar de este libro: una forma (un tanto excesiva, hay que decirlo) de olvidar para sobrevivir.