Historia y vivencias afortunadas, como debería ser toda
relación de padres e hijos. Esto se da cuando del corazón
emanan los sentimientos auténticos hacia nuestros hijos,
cuando paso a paso cumplimos con enseñarles, inculcarles
valores, fuerza y coraje que sostengan, pese a los avatares
de los días, su carácter, personalidad y autoestima hasta
hacerlos personas buenas y capaces de ser felices y, algo
más…, ayudar a ser felices a su prójimo.