ISBN 978-612-00-7886-0

Reseña

Al cumplir 200 años de vida republicana, el Perú atraviesa por un momento de gran incertidumbre en el ámbito político. Pese al crecimiento económico registrado, durante los últimos años, nuestro país ha sido testigo de procesos de vacancia, la renuncia de un presidente de la República, la disolución del Congreso, una infructuosa moción de vacancia por un Congreso disuelto, la realización de elecciones congresales extraordinarias, la destitución de otro presidente, la asunción de un presidente ilegítimo, protestas masivas a nivel nacional y la designación de un presidente interino, entre otros acontecimientos. En otras palabras, la democracia está en crisis y su deterioro amenaza con derribar todo lo alcanzado.

El desafío pendiente: Reflexiones sobre el sistema electoral y la democracia en el Perú aborda este problema y sostiene que la crisis que vivimos no es consecuencia de la democracia en sí, sino de una democracia incompleta, mal diseñada e implementada. Y es que la democracia no se define solamente por el ejercicio del voto; sino que también requiere de instituciones que defiendan el Estado de derecho, la existencia de un vínculo claro entre representantes y representados, de partidos políticos sólidos y modernos, y de una ciudadanía informada y activa que pueda fiscalizar la labor de sus autoridades.

Para entender por qué la democracia peruana no ha logrado consolidarse —y, en consecuencia, para poder hallar una solución— es necesario analizar el sistema electoral, toda vez que éste es la causa de una serie de problemas que afectan su funcionamiento, como la proliferación de agrupaciones políticas personalistas, el aumento del voto desinformado y la ausencia de una verdadera fiscalización por parte de la ciudadanía, entre otros elementos. El desafío pendiente: Reflexiones sobre el sistema electoral y la democracia en el Perú propone una serie de reformas al sistema electoral para mejorar el funcionamiento de la democracia en el país.

Hoy más que nunca, la democracia peruana requiere de reformas profundas que incentiven la formación de partidos políticos modernos, reduzca el índice del voto desinformado y lleve a un mayor grado de fiscalización por parte de la ciudadanía a sus representantes. La democracia no es un sistema perfecto; pero, a diferencia de cualquier alternativa autoritaria, es el único cuya legitimidad se deriva del consentimiento y aceptación de sus gobernados y que, a través del voto popular, otorga a la población un grado de decisión respecto al rumbo del país. Pese a sus defectos o falencias, ha demostrado ser el sistema más idóneo para llevar a cabo reformas y el que mejor protege los derechos y defiende los intereses de sus ciudadanos. Bajo ese espíritu, no corresponde reemplazar el sistema democrático, sino mejorarlo.