El liróforo, cuando se ha pronunciado, recurrentemente, sobre las superficies líricas, se asoma a su existencia —de manera ineludible— el espejo verbal de la concienciación discursiva; ergo, la Poesía lo convoca para que, desplegando el léxico gestado en las inéditas gramáticas, transcriba —con las descifrables metáforas del alma— su mistérica procedencia.
Como el liróforo ha devenido del sibilino ser de la Poesía, su habla lírica trasunta —cual portavoz de grafías y fonemas invisibles— el discurrir enunciativo que despliega. Por ende, Gabryell Adall mimetiza realidades metafísicas que su estro entrevió durante sus trances inspirativos y donde interaccionan especies, lexicalmente, superrealistas.
Gabryell Adall, aunado a lo metapoético, en clave surrealista, en su poemario también aborda el fenecer de los latidos, la finitud del desolado ser, el existir en la nada de mi nada o el Morirse para volver a existir sucesivamente.
Con el poemario nominado Guerra contra la soledad, Gabryell Adall ofrece su voz esplendente de imágenes. Los inciensos de sus versos ahora perfumarán los corazones eternizados de los hombres.
Sortílego verbal (Ricardo Musse Carrasco).