Los avatares de un monarca inseguro, disminuido, que intenta salir adelante a como dé lugar, sin importar los sueños y anhelos de los pobladores de la comarca, es lo que muestra el presente relato, una simbología de la ambición y la revancha que envenena el espíritu de quien debía gobernar a los súbditos. Deseos individuales, por encima del bien común, salen a relucir como una sombra que oculta el sol, ante la evidencia de un valor escondido en los circundantes terrenos que cobijan el lugar, lo cual devela poco a poco las nada felices intenciones del rey. Pero ante la indiferencia y el desinterés que este demuestra hacia los problemas que agobian al pueblo, y frente a la indignación colectiva que de pronto surge y se desborda, al hombre de vistosa corona y finas telas no le queda más remedio que abrir los ojos, darse cuenta de la situación, y tratar de enderezar el camino, mudar de actitud, para retomar el verdadero rol que le compete a su más alta investidura.
Arequipa, 1974-
Artista plástica